Una alimentación saludable es aquella donde la persona se alimenta de forma consciente, atendiendo correctamente a las señales de hambre y saciedad sin restringirse con el fin de alterar la forma en la que su cuerpo luce.
Al otro lado del espectro se encuentran los desórdenes alimenticios, los cuales requieren un diagnóstico clínico y son condiciones que deben ser atendidas por un médico especialista.
En medio de estos dos esquemas hablaremos de la alimentación desordenada. Un término utilizado para describir comportamientos como:
1.- Obsesión con el control de peso
2.- Estar a dieta de manera crónica o restringir calorías
3.- Saltarse comidas o ayunar
4.- Eliminar grupos completos de alimentos
5.- Sentirse fuera de control en presencia de alimentos
6.- Ciclos menstruales irregulares o ausentes
7.- Compensar por consumos extras de calorías o por saltarse una sesión de entrenamiento
Es importante enfatizar que, a pesar de que estos comportamientos pudieran parecer “normales” siguen siendo dañinos ya que son causantes de estrés mental y emocional que pueden crear un problema mayor si no son atendidos a tiempo. Pensemos en que son los primeros pasos hacia un posible desorden de mayor gravedad.
Veamos si alguno de estos comportamientos te resulta familiar:
Obsesión con el control de peso:
Conductas como estar obsesionado por llegar a un número específico en la báscula. Si el número que tienes en mente no aparece en la báscula ese día, puede ser razón suficiente para estar de mal humor y tomar una serie de acciones restrictivas sobre tu alimentación. También incluye esa sensación de que no es posible faltar al gimnasio por un día ni la oportunidad del descanso como parte de un entrenamiento estructurado e inteligente. El clásico ir al gimnasio de lunes a sábado, y el domingo que está cerrado, salir a correr, porque no vaya a ser que subamos de peso.
Estar a dieta de manera crónica o restringir calorías:
Estar siempre “en busca” de la dieta perfecta. Estar un mes en una dieta, no ver resultados y cambiar a otra. Buscar dietas de moda, hacer lo que está haciendo la vecina que dijo “esta dieta a mi me funcionó”. Recurrir a prácticas como el ayuno o el “detox”, o simplemente eliminar por completo los carbohidratos de la dieta porque se cree “que son malos y que nos engordan”.
Estar fuera de control en presencia de alimentos y sentir culpa:
El ya conocido círculo vicioso de comer mucho, sentirnos culpables, restringirnos las siguientes comidas, sentirnos miserables, y volver a caer en el exceso. Esto genera mucha frustración y es un camino sinuoso por el que te recomiendo no estar paseando. Tenemos que cambiar nuestra forma de pensar en cuanto a que los alimentos son buenos y malos. Son solo alimentos, no tienen esas cualidades. Podemos comer lo que nos gusta, de manera consciente y disfrutarlo. No hay por qué sentir que el fin de semana “nos portamos mal” pero el lunes habremos de pagar la cuota en el gimnasio.
Ciclos menstruales irregulares o ausentes:
Las mujeres que comienzan a presentar estos síntomas, ya sea ciclos irregulares o que dejen de menstruar deben prestar especial atención ya que es un indicador de que su cuerpo se encuentra bajo mucho estrés y no cuenta con la energía mínima necesaria para llevar a cabo sus funciones de forma adecuada. La falta de energía puede deberse a una restricción calórica importante o a un exceso de ejercicio. Ahora, existen otras causas que pueden ser causantes de estos síntomas y no necesariamente habla de un problema relacionado con los alimentos.
Compensar por consumos extras de calorías o por faltar a una sesión de entrenamiento:
Muchas veces escucho que la gente va al gimnasio para “ganarse” el desayuno, o para “quemar” los excesos del fin de semana. Realizar ejercicio bajo esta mentalidad es un comportamiento negativo. A pesar de que el beneficio de hacer ejercicio existe, estamos llegando a él del lado erróneo: pagar culpas o ganarnos permiso para comer. Hacer ejercicio debe ser una forma de honrar y celebrar lo que nuestro cuerpo es capaz de hacer. Nadie debería tener que ganarse la oportunidad de alimentarse. Es una necesidad fisiológica.
Si te has identificado con alguno de estos comportamientos te invito a reflexionar. La base para comenzar a hacer cambios radica en nuestra mentalidad. Tenemos que cambiar completamente la visión que tenemos sobre la alimentación. Dejemos de pensar en “estar a dieta”. Esta frase está asociada a restricciones, hambre, comida aburrida, y muchas veces a fracasos y frustraciones.
Pensemos en hábitos. La comida no es el enemigo, la comida es vida, la comida es compartir, disfrutar, estar con las personas que queremos, es nutrir nuestro cuerpo.
Comienza con lo básico, una estructura en tu día, un horario y trata de cumplirlo. Atiende hábitos básicos como beber agua, descansar y dormir lo suficiente, generar movimiento o hacer ejercicio, incluir siempre proteína y vegetales como la base de tus platos y procura incluir actividades para mitigar el estrés.
La mejor dieta no se encuentra en internet, la debemos crear. La mejor dieta será aquella que podamos llevar por un tiempo indefinido, que nos permita llevar el estilo de vida que deseamos y que nos acerque a nuestros objetivos físicos, emocionales, intelectuales, etc.
Te invitamos a acercarte a nosotros y comenzar este proceso de autoconocimiento para sanar tu relación con la comida, aprender a estar satisfecho con tu cuerpo y a sentirte lleno de energía y vitalidad.