En Be Better trabajamos bajo la filosofía de desarrollar humanos de alto rendimiento (del latín inventado: Alti Rendimentum Humanus)
Este concepto no se limita al ámbito deportivo, sino que se enfoca en la mentalidad, las habilidades y los hábitos de personas que buscan mejorar continuamente en distintas áreas de su vida.
Piensa en personas comunes, con las que convives todos los días. Personas que a pesar de las dificultades, el cansancio y los retos del día a día buscan siempre una salida. El papá que lleva a sus hijos a la escuela para luego irse a trabajar y que además se está preparando para su primer carrera de 10K. La señora, mamá de dos hijos, que no le falla a su rutina y que además lleva una casa y una familia, el emprendedor que malabarea para tratar de hacer jalar su negocio y además es aquel que participa en una fundación sin fines de lucro, la persona que te recibe en la recepción de tu lugar de trabajo que siempre llega puntual y tiene la mejor actitud, o aquellos que siguen estudiando, pero se hacen el espacio para cuidar su salud, trabajar y ayudar con los gastos en casa.
¿Qué características tiene un humano de alto rendimiento?
Consistencia en sus metas: Un humano de alto rendimiento es alguien que mantiene un enfoque constante en sus objetivos a largo plazo. Sabe que el éxito no llega de la noche a la mañana y trabaja con paciencia y disciplina para lograr lo que se propone.
Resiliencia ante la adversidad: Un humano de alto rendimiento tiene una capacidad innata para adaptarse a las dificultades. Cada obstáculo se convierte en una oportunidad para crecer, en lugar de un motivo para rendirse o victimizarse. Aprenden de los fracasos y los ven como parte fundamental del proceso de aprendizaje.
Mentalidad de crecimiento: Un humano de alto rendimiento cree firmemente que puede mejorar con esfuerzo y aprendizaje. Está abierto al cambio y a adquirir nuevas habilidades y conocimientos, y es consciente de que siempre hay margen para crecer, independientemente de los logros alcanzados.
Equilibrio entre productividad y bienestar: Un humano de alto rendimiento le da un valor muy alto a su salud física, mental y emocional. Sabe que el descanso y el autocuidado son partes esenciales de su éxito a largo plazo.
Trabaja en la planificación y ejecución: Un humano de alto rendimiento se caracteriza por su habilidad para planificar bien y ejecutar de forma precisa. Es organizado, establece prioridades y cumple con los compromisos que ha hecho consigo mismo y con los demás.
Pasión por mejorar y desafiarse a sí mismo: Un humano de alto rendimiento tiene un deseo constante de superarse. Busca nuevos desafíos que lo lleven más allá de su zona de confort.
Habilidades interpersonales y trabajo en equipo: El humano de alto rendimiento sabe que los logros más grandes a menudo requieren colaboración. Es empático, escucha a los demás, respeta diferentes perspectivas y fomenta el éxito de quienes lo rodean.
Autoevaluación: El alto rendimiento no significa ser perfecto, sino tener la capacidad de adaptarse a nuevas circunstancias y mejorar o cambiar las estrategias cuando sea necesario. Los humanos de alto rendimiento persiguen la honestidad, evalúan sus logros y buscan constantemente formas de optimizar su desempeño.
Autocontrol emocional: Un humano de alto rendimiento busca estar consciente de sus emociones y gestionarlas para no dejar que interfieran en sus objetivos. Practica la autocompasión y aceptación consigo mismo y ayuda a otros a seguir este camino.
Desean tener un impacto positivo en su entorno: Un verdadero humano de alto rendimiento no se enfoca únicamente en sus propios logros; busca maneras de dejar una huella positiva en el mundo. Sabe que su éxito cobra mayor sentido cuando beneficia a otros y contribuye a mejorar su comunidad. Esta mentalidad de servicio va más allá de lo individual y conecta sus objetivos con un propósito mayor.
¿Quién puede convertirse en un humano de alto rendimiento?
TODOS podemos.
Ser un humano de alto rendimiento no es un don reservado para unos pocos; es una posibilidad al alcance de cualquiera que esté dispuesto a trabajar día a día en su propio crecimiento. No se trata de lograr la perfección, sino de construir una versión mejorada de nosotros mismos con cada paso, con cada acierto y, sobre todo, con cada error. La clave está en la constancia, en la mentalidad de aprendizaje y en el compromiso con nuestros valores y metas.
Cuando adoptamos la disciplina para mejorar, la resiliencia para levantarnos después de cada caída y el deseo genuino de aportar algo positivo al mundo, damos forma a un camino de alto rendimiento en nuestra propia vida. No importa el punto de partida; lo importante es la voluntad de avanzar.
Al final, todos podemos ser humanos de alto rendimiento si nos esforzamos cada día en ser un poco mejores que ayer.