¿Cuántos tipos de energía conoces?
Energía eléctrica, energía eólica, energía hidráulica, solar, nuclear, electromagnética. Todos los tipos de energía nos permiten transformar, realizar un trabajo o un movimiento.
Nuestro cuerpo también está capacitado para generar energía de diferentes formas. Existen varios tipos de “combustible” que podemos utilizar, como los carbohidratos, los ácidos grasos, los cuerpos cetónicos, los aminoácidos, el ácido láctico, entre otros. Todos ellos son sustratos que a nivel celular pueden ser empleados en la producción de energía.
A la habilidad de nuestro cuerpo para adaptarse y cambiar entre sustratos de acuerdo con las circunstancias, se le conoce como flexibilidad metabólica.
La flexibilidad metabólica es esencial para mantener un equilibrio energético en periodos donde existe un exceso o una restricción de calorías, también en aquellos donde exista una baja o alta demanda de energía. No necesitamos la misma cantidad de energía al dormir que al hacer ejercicio. Así como nuestro cuerpo no tiene la misma disponibilidad de nutrientes al despertar, después de un ayuno nocturno, que al hacer una escala en el AutoMac.
Nuestros músculos, hígado y adipositos (depósitos de grasa) son los protagonistas de la flexibilidad metabólica, ya que es en estos tejidos donde se decide qué tipo de “combustible” es el que la célula (sobre todo en la mitocondria) va a utilizar para realizar ciertas funciones.
El combustible favorito de nuestro cuerpo son los carbohidratos
Es la forma más barata e inmediata que hay para generar energía. Si piensas en lo que sucede a nivel celular después de una comida rica en carbohidratos (fruta, cereales, vegetales almidonados), en el torrente sanguíneo habrá niveles altos de glucosa, en respuesta a esto, las células beta del páncreas liberarán insulina para regular los niveles de glucosa en la sangre. Los niveles altos de insulina darán la señal de detener la oxidación (quema) de grasas ya que nuestro cuerpo no necesita utilizar otro combustible cuando hay suficiente de su favorito (AKA glucosa). Esta capacidad protege los tejidos de una hiperglucemia y asegura que otros nutrientes (como grasas) se almacenen para tiempos de escasez.
A diferencia de nuestros antepasados, nosotros no nos enfrentamos a largos periodos de escasez. Por el contrario, existe una exposición continua a alimentos densos en calorías sumado a muy poca actividad física, lo que ha ocasionado muchas fallas y ha vuelto nuestros metabolismos inflexibles.
Ahora piensa en lo que pasa cuando estamos en un periodo de ayuno (sin alimento) por un tiempo prolongado. Al no haber suficiente glucosa proveniente de la ingesta de carbohidratos, nuestro cuerpo debe buscar otra forma de generar energía. Una de las hormonas que ahora toma lugar protagónico es el glucagón , el antagonista de la insulina. El glucagón va a favorecer procesos como la oxidación de grasas, la liberación de los depósitos hepáticos de glucógeno y la creación de cuerpos cetónicos.
Cuando estamos continuamente expuestos a un exceso de calorías, nuestras mitocondrias, que son esas pequeñas y maravillosas fábricas de energía, se saturan y se vuelven ineficientes en la selección de diferentes combustibles. Un ejemplo claro de lo que es perder la flexibilidad metabólica es la Diabetes tipo 2. Las personas diabéticas se han vuelto ineficientes en la utilización de la glucosa, ocasionando que otras rutas metabólicas, como la oxidación de grasas, se vean comprometidas también. Es como si tuvieras un auto híbrido que poco a poco va perdiendo la capacidad de usar electricidad y gasolina como fuente para generar energía, esto significaría que tendrías un auto inservible.
¿Qué podemos hacer para mejorar y salvaguardar nuestra flexibilidad metabólica?
- Hacer ejercicio: La demanda de energía durante diferentes tipos de intensidad supone la utilización de diferentes recursos además de mejorar nuestra sensibilidad a la insulina.
- Tener una dieta saludable: Elige una dieta rica en vegetales, proteínas magras, cereales enteros, frutas y grasas saludables que sea adecuada para tu estilo de vida y tus preferencias. Si no sabes cómo, acércate a nosotros.
- No caer en excesos: Uno de los principales problemas es comer demasiado. Sí, también es posible sobreconsumir alimentos saludables. Cuida tus porciones, tus células te lo van a agradecer.
- Dormir: Cumplir con un ayuno nocturno de aproximadamente 12 horas promueve el uso diferentes recursos para generar energía. Las personas que se duermen tarde suelen comer más y tener periodos de ayuno muy reducidos.
- Cumplir horarios: Respetar horarios de comida, sueño y descanso tiene una gran influencia sobre la flexibilidad metabólica debido a la actividad hormonal así como enzimática que se lleva a cabo a diferentes horas del día.
La pérdida de la flexibilidad metabólica es un tema serio. Está ligada a condiciones patológicas como el síndrome metabólico, la diabetes tipo 2 y el cáncer. Es tiempo de tomar responsabilidad y cuidarnos, nadie hará el trabajo por nosotros.